Los abuelos, una parte vital en la crianza de chicos sanos y felices

Por Pilar Bonilla.

“Nadie puede hacer por los niños lo que hacen los abuelos: Salpican una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas”

Alex Haley. Escritor estadounidense.

Ser abuelo/a es uno de los privilegios más importantes que vive cualquier ser humano. Llegar a esta etapa, evidencia la existencia de un compromiso directo con la formación y el cuidado de sus nietos/as.

La relación intergeneracional que ofrecen los abuelos les ayuda a los nietos a tener una mirada más amplia que les permite crecer y madurar. Mientras los nietos, por el simple hecho de ser niños, transmitirán a los abuelos una vitalidad que les permitirá rejuvenecer y al mismo tiempo acercarse a sus hijos, con los que establecen relaciones mucho más simétricas, porque el abuelo deja de ser quien manda en la familia.

Además de esto, la experiencia vivida permite a los abuelos ser cariñosos y más cautos a la hora de entablar una relación de compromiso familiar con su nieto o nieta.

Sin embargo, hoy en día, la incorporación de los padres al trabajo ha provocado que los abuelos tengan más responsabilidad, no sólo en el cuidado de los nietos, sino también en su educación.

Atender a los niños es una tarea de tiempo completo cuando los padres no están y esto interfiere con las necesidades de los abuelos cuando son libres de vivir su vida de la mejor forma posible. La ayuda por parte de los abuelos ha de ser totalmente voluntaria, y los padres de los niños deben ser conscientes de las ventajas de esta colaboración.

Dejar a sus hijos a cargo de los abuelos no debe hacerlos sentir culpables por no poder atender todo lo que quisieran a sus hijos día tras día. Las responsabilidades que se tienen como padres implican, en muchas ocasiones, hacer un esfuerzo al ausentarse de nuestros seres queridos para poder obtener el sustento de la familia, pagar las cuentas y conseguir dinero, algo imprescindible para sobrevivir en nuestra sociedad.

Pero es importante que para que exista una sana convivencia entre los abuelos y los padres, debe haber ciertas reglas que pueden poner en práctica para beneficio de los niños. Los abuelos no deben ser vistos por los padres como las personas que malcrían a los niños, sino como el brazo que se alarga para ayudar a los padres cuando lo necesitan.

Por eso, si dejan a sus hijos a cargo de sus abuelos, deben tener plena confianza en sí mismos y en sus elecciones, ya que con toda certeza estarán dejando en las mejores manos su mayor tesoro: sus hijos.

¿Los abuelos malcrían o educan? 8 consejos para una sana convivencia en la crianza de los pequeños de la casa.

La educación de los hijos es tarea de los padres pero al dejarlos a cargo de los abuelos, ellos educarán a sus nietos con su ejemplo, creando un modelo de persona adulta que los niños aprecian y admiran. Sin embargo, en muchas ocasiones las diferentes maneras de educar de padres y abuelos puede ser un motivo de conflicto que en nada ayuda a los pequeños de la casa.

Para crear una buena convivencia entre ellos, la fórmula no es aguantar sino motivarse entre ellos para sentirse cómodos y seguros en el cuidado y educación de los chiquillos de la familia, y la mejor forma de fomentar una relación privilegiada se basa en el afecto, la confianza mutua y la comunicación abierta entre todos los miembros de la familia: abuelos, padres y nietos. 

¿Qué le toca hacer a los abuelos para lograr una sana convivencia?

 

Para ellos los “abues” deberán:

 

  1. Asumir su rol como colaborador por lo cual habrá decisiones que no podrán tomar sin consultar antes a los padres. Esto no significa que su opinión no es importante, sino que la decisión final siempre será de los padres.

 

  1. Evitar comparaciones en cuanto a cómo educar a los nietos y enfocar la atención en buscar soluciones en lugar de fijarse en lo negativo de los problemas. La educación se adapta a los cambios generacionales. Los padres de hoy en día no educan de la misma manera en que los abuelos educaron a sus hijos, ya que las circunstancias son diferentes, por lo cual debe haber respeto de ambas partes. Es cierto que no está de más un consejo, pero nunca una crítica a la forma de educar.

 

  1. Apoyar a los papás, tanto en el cumplimiento de las normas establecidas en la casa, como exaltando las virtudes de los progenitores ante sus hijos. De esta forma, los chiquillos aprenderán a respetar las normas establecidas. Su labor será un complemento en la crianza del pequeño.

 

  1. Aplicar reglas y pautas, previamente establecidas con los padres, a los peques de la casa. Deben ponerles límites a sus “angelitos” para que lo aprendido no se pierda entre la “malcrianza”.

¿Qué le toca hacer a los padres para lograr una sana convivencia?

Por su parte los padres deberán:

  1. Confiar en los abuelos, de lo contrario sólo generarán inseguridad en ellos y evitarán pasar tiempo con sus nietos. Deben mostrar confianza hacia sus Padres en cómo actuarán en el caso de que haya que tomar una decisión urgente, ¡por algo dejan a sus hijos a su cargo!
  1. Darles la oportunidad a los abuelitos de decidir; cuidar a los niños debe ser siempre una elección y no una obligación. Los papás no deben pensar que los abuelos están a su disposición las 24 horas del día, por el contrario, son una ayuda a la que podrán recurrir cuando sea necesario, sin abusar de esta ayuda.

Ser abuelo es una experiencia única, que les permite revivir la paternidad de una forma más relajada, sin tantas exigencias y con una mayor libertad.

  1. Evitar criticar a los padres, y lo cual aplica también a la inversa; lo mejor es aconsejarlos en cuanto a algunas pautas para el cuidado de los chicos, ya que los padres conocen un poco más a sus hijos.
  1. La función socializadora de los abuelos en la formación de una persona es fundamental. Por el tiempo que ellos pasan con sus nietos, a veces más que los mismos papás (por distintas circunstancias), los convierte en maestros.

Son transmisores de conocimientos y valores, de la cultura de la vida, adaptada a los cambios vigentes pero con los valores de siempre, ofreciendo una perspectiva de vida a los pequeños, y sirviendo en algunas ocasiones como un modelo de envejecimiento y mediadores entre padres e hijos.

Los papás no deben ver esta situación como algo malo, sino como una oportunidad de conocimiento enriquecedor para sus hijos.

En resumen, para lograr la sana convivencia, se debe buscar la cohesión familiar, de reforzar vínculos afectivos y de crear climas de confianza serenos y sinceros. Y para lograrlo, lo ideal sería realizar actividades conjuntas entre las tres generaciones para reírse, disfrutar y pasarlo bien en familia, lo que permitirá criar niños sanos y felices.

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